Cruzando el Biobío en balsa, a la antigua

Construir un puente es una obra de ingeniería de envergadura y en décadas pasadas, más todavía. Es por eso que no era algo común transitar por un puente y más si se trataba de uno que cruzara el río más ancho de Chile. 

Un puente es un trabajo tan largo, que aún no existe uno para que los habitantes de San Rosendo vayan hacia la comuna de Santa Juana, cruzando el Biobío. Pero a falta de puente, sí existen balsas, que serpentean entre la corriente, al igual como hace muchas décadas y quizá más atrás. 

Trabajan desde que el sol se asoma, hasta que se hunde por el oeste, para comunicar uno y otro lado del río, desde San Rosendo y Laja, hasta el sector Balseadero y la localidad de Tanahuillín, ya en Santa Juana. Es una bonita y pintoresca forma de ir desde la costa hacia el interior, cruzando el río en un formato que se mantiene casi inalterable al paso de los años; casi, porque lo único que  ha cambiado, es que las balsas ahora tienen motor y antes el impulso era con palos, remos, cables y a puro ñeque de sus operarios.